lunes, 6 de junio de 2011

 
En una apacible parquedad se definen ciertas noches, donde cada susurro del viento es como un amargo recuerdo que no descanza, particularmente en estas frias calles. mis noches nos son muy diferentes, aunque no son parcas, ni amargas, si algo frias, pero siempre tienen esa dosis de misterio y expectativa sin el que mi vida seria muy vacia. esa noche en particular deambulaba solo, capturando momentos, "capturando almas" con mi camara, costumbre que considero ritual de no todos los dias, suelo hacer este ejercicio de cuando en vez, pues en las imagenes y composiciones que regala el camino encuentro una carga simbolica mas alla de lo comun, aveces siento que me dicen algo, develan secretos, algo que puede que nasca de mi en conjuncion con el entorno, el espectro, el goce estetico. lo cierto es que esto es dificil cuando no se logra la libertad que nace del anonimato, en noches tan sombrias puedo desprenderme di mi mismo y ser uno con la nada, inspiradora sensacion, pero al vagar en un lugar tan pequeño, siempre me encuentro con algo o alguien que me recuerda que o quien soy en relacion a este mundito, por ejemplo, a ese de la foto lo conozco, no a los que estan detras o mas bien estuvieron sino al peaton desprevenido, encerrado en la efimera incertidumbre de seguir o volver aunque no recuerdo su nombre, tengo la certeza que algun dia compartimos viejas sesiones de teatro en el auditorio Eduardo Caballero Calderon sobre la carrera decima en la plaza de Bolivar,  a pocos metros de alli, algun taller o algo por el estilo, pero siguiendo con la reflexion,  sobre la pared del colegio Boyaca, calle de la pulmonia, descansa el recuerdo ceremonial de algunos que cumplieron su paso por este mundo, ahora son energia que revivimos con la memoria, es curioso como el sujeto protagonista de la foto se ubica exactamente en el pequeño espacio asimetrico que involuntariamente dejo quien acomodo los avisos funerarios, no es nada, es una suerte de lectura estetica...